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domingo, 19 de marzo de 2023

Mestizaje, analogía y posmodernidad

 

Mestizaje, analogía y posmodernidad

 

Guillermo Hurtado

 

Samuel Arriarán y Mauricio Beuchot han reflexionado de manera original y profunda sobre el tenor de la cultura mexicana y sobre su lugar en el complejo sistema informático y económico global de nuestros días - que algunos llaman la posmodernidad. Es por ello que estoy agradecido con ambos por sus comentarios a mi ensayo “¿Existe una posmodernidad mexicana?” (Hurtado, 2004). El diálogo cordial que he tenido con ellos en años recientes me ha permitido ver estos asuntos con mayor claridad. En estas páginas quisiera responder a algunos de sus comentarios críticos y profundizar en la exposición de mis desacuerdos con ambos.

 

1.- Respuesta a Arriarán

En su artículo “El neobarroco como filosofía latinoamericana: una posmodernidad alternativa”, Arriarán sostiene – ante mi opinión de que los filósofos mexicanos debemos construir nuevas categorías para estudiar la historia y la cultura mexicanas - que las categorías no salen de la nada (Arriarán, 2004a, p. 84). ¿De dónde o cómo podemos construir categorías - pregunta Arriarán - desde México? Lo que hemos de hacer, dice, es adoptar las categorías de la cultura occidental reelaborándolas críticamente.

Concuerdo con Arriarán en que las categorías no brotan de la nada. Los seres humanos construimos las categorías a partir de nuestra relación con la realidad circundante. Por lo mismo, aunque la filosofía mexicana pueda adoptar como suyas todas las categorías de la filosofía occidental – después de todo, la filosofía mexicana pertenece a esa tradición filosófica – también puede aspirar, no sólo a reelaborar esas categorías, sino a acuñar otras nuevas para explicar de manera satisfactoria su circunstancia. Sin embargo, puede bastar reelaborar las ya existentes para adecuarlas a nuestras necesidades. Esto es lo que José Vasconcelos y Emilio Uranga hicieron respectivamente con dos categorías que ocupan, a mi modo de ver, un lugar central en la filosofía mexicana: la de mestizaje y la de accidentalidad. Más adelante retomaré ambas categorías en mi discusión con Beuchot. Por el momento, quisiera hacer algunas aclaraciones en torno a la conveniencia de efectuar un trabajo de recategorización en la filosofía mexicana.

En “Existe una posmodernidad mexicana?” yo parto del supuesto de que la noción de posmodernidad es relativa, es decir, refiere a la noción de modernidad. Como intento mostrar allí, hay varias manera en las que podemos entender qué es la modernidad mexicana y, por ende, no queda claro qué sea la posmodernidad mexicana. Mi tesis es que la categoría de posmodernidad no se ajusta del todo bien a nuestra realidad; de lo que yo no infiero que no puedan usarse en el estudio de nuestra sociedad y cultura. Lo que sostengo es la noción de posmodernidad fue construida para interpretar una realidad distinta y que ahí funciona bien – o acaso funcionaba bien; se ha abusado tanto del adjetivo “posmoderno”, que el concepto ha perdido mucha efectividad. Es por eso afirmo que los filósofos mexicanos debemos intentar construir categorías propias que nos sirvan para comprender nuestra cultura. Y esto no significa, por supuesto, que yo piense que únicamente debamos usar categorías autóctonas para estudiar nuestra realidad.

Hago una última aclaración: no encuentro problema alguno con que la categoría de posmodernidad provenga de Europa. Lo mismo que digo sobre esta categoría lo diría, si así fuese el caso, de una forjada en algún otro país del llamado tercer mundo. Es por esto que comparto las reservas expresadas por varios autores acerca del uso acrítico de conceptos de las teorías poscoloniales en estudios sobre el pensamiento y la cultura hispanoamericanas. Si bien compartimos con India o Trinidad el haber sido colonias, nuestra experiencia no es igual a la de ellos (sobre esta polémica, vid. Castro-Gómez, S y Mendieta, E., 1997).

En otro momento de su texto, Arriarán sostiene que mis argumentos se basan en una confusión entre la posmodernidad y el posmodernismo. Si bien estoy dispuesto a conceder que mi ensayo tiene el defecto de no aclarar qué entiendo exactamente por la posmodernidad, pienso que el énfasis en la distinción señalada no invalida del todo mis conclusiones.

Arriarán, Beuchot y yo rechazamos el posmodernismo – sobre todo en su versión nihilista - por diferentes razones, pero a diferencia de ellos, yo pienso que la noción de posmodernidad no es muy adecuada para comprender el presente mexicano. Arriarán piensa que la posmodernidad es una situación económica y social, objetiva y global (Arriarán, 2004a, p. 89). No tengo inconveniente en llamar así al capitalismo global, pero aún aceptando que México forma parte de ese sistema global, creo que mi posición se sigue sosteniendo. Aunque la posmodernidad sea un fenómeno global, no es igual en todos lados. La manera en la que México se inserta en dicho sistema, es distinta de la de China o la de Suecia. Lo relevante cada caso es determinar en qué posición de ese sistema global uno se encuentra. Por eso mismo, el concepto de posmodernidad debe tener variaciones locales. La descripción de la posmodernidad mexicana no puede calcarse sin más de la que se hace de ella en otros lugares. Lo preferible, insisto, sería acuñar conceptos equivalentes de manera autónoma.

En “Existe una posmodernidad mexicana?” me ocupé de la defensa del barroco ofrecida por Arriarán y Beuchot en su libro Filosofía, neobarroco y multiculturalismo. En sus últimos escritos Beuchot parece haberse alejado del tema del barroco. Por otra parte, la posición de Arriarán sobre el barroco se ha distanciado de la de Bolivar Echeverría (cfr. Arriarán, 2004b). Arriarán afirma que el concepto de ethos barroco está limitado a las condiciones históricas del siglo XVII y que no sirve para una crítica a la globalización y el neoliberalismo desde América Latina. La propuesta más reciente de Arriarán, expuesta en el ensayo arriba citado, es combinar el concepto de neobarroco con el pensamiento de Mariátegui y la teoría de la dependencia. La nueva posición de Arriarán me parece muy interesante, aunque creo que todavía tiene que explicarnos mejor como embonan todas las piezas. Lo que yo preguntaría a Arriarán y a Beuchot es: ¿sigue en pie su propuesta de la hermenéutica analógica barroca?

 

2.- Respuesta a Beuchot

En su “Respuesta a “Existe una posmodernidad mexicana?”, Mauricio Beuchot, afirma que el pensamiento analógico estuvo presente en los orígenes de la Nueva España y que fue lo que “permitió la comprensión de la diferencia y lo que evitó lo más se pudo de destrucción.” (Beuchot, 2004, p. 79). Como ejemplos de lo anterior, Beuchot menciona a Las Casas y a Sahagún.

Habría que tener cuidado en no caer en el supuesto de que la analogía sólo tuvo efectos favorables para los indios. Después de todo, también fue analógico el pensamiento de Juan Ginés de Sepúlveda, que comparaba, con analogías de proporción, a los indios con bestias o con infantes y justificaba con ello el dominio español. También es analógico el pensamiento de Jerónimo de Mendieta, que decía que los indios son “con respecto a nosotros, los españoles, débiles y párvulos o pequeñuelos por el pequeño talento que recibieron” (Mendieta, 1971, IV, cap. 39). El razonamiento de Mendieta no es muy diferente del de Sepúlveda, ambos comparten la analogía de los indios con niños. Pero mientras que de esta analogía infiere Sepúlveda que los indios deben ser dominados, Mendieta infiere que deben ser protegidos (y, por lo mismo, controlados). Esto muestra que no hay analogías inocentes. La analogía evito la destrucción, sí, pero también la justificó e incluso la fomentó.

Dice Beuchot: “En realidad lo que a mí me interesa más es la noción del mestizaje como analogía, o de lo mestizo como análogo y lo análogo como mestizo. El mestizaje cultural observa una estructura analógica, es decir, integra a muchos elementos y, sin embargo, no homogeneíza, sino que, contrariamente, en ese cruce cultural predomina la diferencia..” (Beuchot, 2004, p. 78). Es cierto que el mestizaje mexicano puede interpretarse de una manera analógica. Por ejemplo, la jerarquía de castas podría entenderse de acuerdo con la analogía de atribución y el sincretismo religioso por medio de la analogía de proporción. Sin embargo, de un tiempo acá he llegado a la conclusión de que la noción de analogía no es, como piensa Beuchot, la más adecuada para comprender el fenómeno del mestizaje mexicano. Este mestizaje, me parece, es en el fondo un fenómeno de tensión permanente, de conflicto latente. Para entender al mestizaje mexicano no basta la analogía, requerimos conceptos dinámicos y dialécticos que nos permitan comprender mejor el conflicto que lo caracteriza.

La noción de mestizaje requiere, al menos, de dos puntos de referencia. En el mestizaje mexicano los puntos originales son el español y el indio. Estos puntos son, a mi modo de ver, puntos de tensión, de conflicto. El mestizo mexicano está a la mitad de una oposición ancestral, está dividido por sus lealtades y desprecios, por sus amores y odios. Y a la ecuación binaria original, se añade, desde hace tiempo y cada vez con mayor fuerza, una tercera variable que no es racial, sino cultural: la norteamericana. Ya en su descripción del pachuco en el Laberinto de la Soledad, Paz se había percatado de que el conflicto de amores y odios del mestizo mexicano se volvía más complejo cuando se le añadía este tercer polo. El elemento de la migración, es decir, del cambio – exterior e interior –, subraya, pienso, la necesidad de incorporar categorías dinámicas a una explicación del mestizaje mexicano.

Si el mestizaje mexicano se vive como tensión y conflicto, se entiende que algunos pensadores del siglo XX hayan buscado alguna manera de apagar ese conflicto, de disolver la tensión, por medio de una reinterpretación conceptual de nuestro mestizaje. Por ejemplo, a mí me parece que en el concepto de mestizaje de José Vasconcelos, lo que busca, a fin de cuentas, es eliminar los polos de tensión. Cuando la humanidad pertenezca toda ella a la raza cósmica, sugería Vasconcelos, entonces habremos llegado al final de los conflictos – y por eso podemos calificar su propuesta como utópica. Al no haber razas, ya no habrá comparación entre ellas, no habrá unas que se crean superiores a las otras, unas que pretendan dominar a las otras.

En El laberinto de la soledad, Octavio Paz también nos da una descripción del mestizaje mexicano como un afán por escapar del conflicto que lo origina. Dice Paz: “El mexicano no quiere ser ni indio ni español. Los niega. Y no se afirma en tanto que mestizo sino como abstracción: es un hombre. Se vuelve hijo de la nada. Él empieza en sí mismo” (Paz, 1994, p. 96).

El Estado posrevolucionario intentó superar los conflictos del mestizaje mexicano heredados del siglo XIX, adoptando una concepción del mestizaje que no poco tiene que ver con las ideas de Vasconcelos y de Paz que hemos expuesto. De alguna manera, lo que se hizo desde del Estado fue ofrecer un mural histórico en el que la imagen de los españoles y a los indios iba difuminándose para dar lugar a un nuevo mexicano mestizo que, gracias a la Revolución, había logrado adquirir un rostro propio - pintado con trazos fuertes, a la manera de David Alfaro Siqueiros - en el que los polos originarios quedaban superados. El español, como en los murales de Diego Rivera, quedaba reducido al gachupín. El indio quedaba reducido, como en el segundo piso del Museo Nacional de Antropología, a una figura folclorizada o etnologizada. Y los millones de migrantes que diariamente se transformaban en otro tipo de mestizos, de mexicanos, estaban simplemente ignorados.

Al entrar en crisis el Estado posrevolucionario, la doctrina oficial sobre el mestizaje ha entrado también en crisis. Es urgente ofrecer un nuevo análisis conceptual del mestizaje mexicano. Como ya dije, no creo que la noción de analogía sea suficiente. Es indispensable hallar otras categorías. Pero, como diría, Arriarán, ¿de dónde?

Emilio Uranga ofreció, a mediados del siglo XX, una visión del mestizaje que que todavía podría sernos de utilidad para que, partiendo de ella, formulemos una nueva. Uranga pensaba que para el mexicano tanto el hispanismo como el indigenismo eran proyectos inauténticos (vid, Uranga, 1952a). El mexicano debe asumirse originariamente como un mestizo, pero hay que tener cuidado con cómo se entienda esta condición. En una carta abierta a José Moreno Villa, Uranga decía: “Siempre he juzgado pueril la representación del mexicano como mestizo si por tal hemos de entender la combinación o mezcla, mitad a mitad, de lo español y lo indígena. Esta imagen de una balanza justa, en que el fiel se verticaliza por el cuidado de pesar cantidades iguales o volúmenes de sangre equivalentes, me parece a parte de un mecanismo grosero y burdo, una manera inelegante de hacerse uno tonto. Tampoco he juzgado acertada esa otra idea de mestizo como un “tercer hombre” que hubiera brotado de la superación dialéctica de los términos base, indio y español. El mestizo es para mí, o la armonía de un balanceo entre las dos posibilidades de ser, o un salto de una a la otra, en empeño de conejo en movimiento que, como dice Fray Diego Durán: “nunca permanece en un lugar”. Un Jano, una desarmonía, signo de una desazón trágica, oscilatoria y pendular” (Uranga, 1952b).

Uranga rechaza la visión vulgar del mestizo como mezcla y también la de una superación de las razas originarias. El mestizo, nos dice, es oscilación entre posibilidades, es movimiento entre polos, es zozobra lopezvelardiana. Podría pensarse que lo que dijo Uranga sobre el mexicano hace medio siglo ya no vale para el mexicano actual. Puede ser… habría que discutirlo. Aún así, yo pienso que hoy en día que los mexicanos nos encontramos - como en un trapecio - entre dos momentos de nuestra historia, las metáforas de Uranga pueden servirnos – quizá como un primer paso - para intentar comprender nuestro peculiar nepantla del siglo XXI.

 

Bibliografía

 

Arriarán, S. y Beuchot, M., (1999), Filosofía, neobarroco y multiculturalismo, Itaca, México.

Arriarán, S., (2004a), “El neobarroco como filosofía latinoamericana: una posmodernidad alternativa”, Intersticios, Año 9, Número 20.

Arriarán, S., (2004b), “Una alternativa socialista al ethos barroco de Bolivar Echeverría”, Diánoia, Vol. XLIX, No. 53.

Beuchot, M., (2004), “Respuesta a “Existe una posmodernidad mexicana?”, Intersticios, Año 9, No 20.

Castro-Gómez, S. y Mendieta, E. (coord.), (1997), Teorías sin disciplina, Miguel Ángel Porrúa, México.

Hurtado, G., (2004), “Existe una posmodernidad mexicana?”, Intersticios, Año 9, Número 20.

Mendieta, J., (1971), Historia Eclesiástica Indiana, Porrúa, México.

Paz, O., (1994), El laberinto de la soledad, Fondo de Cultura Económica, México.

Uranga, E., (1952a), Análisis del ser del mexicano, Porrúa.

Uranga, E., (1952b) “Sobre el ser del mexicano. Carta a José Moreno Villa”, Revista Mexicana de Cultura, Suplemento de El Nacional, 26 de octubre.

Vasconcelos, J. (1922), La raza cósmica: misión de la raza iberoamericana, Barcelona.

viernes, 18 de febrero de 2022

El transporte urbano como problema ecológico

 https://samuelarriaranhome.wpcomstaging.com/2022/02/18/el-teleferico-una-alternativa-de-transporte-urbano/

En este artículo se describe y se valora la reciente experiencia de transporte urbano : el “Teleférico” de la ciudad de La Paz, Bolivia. Esta experiencia representa una alternativa viable para otras ciudades, como la ciudad de México, ciudad que según el autor, no ha encontrado una solución desde el punto de vista ecológico. Hace falta pensar el transporte urbano en función no de un desarrollismo capitalista sino de un contexto posindustrial y posmoderno (esto es, de la crisis del proyecto modernizador). Esto significa que hace falta urgente tener conocimiento de que no todos están de acuerdo con políticas desarrollistas que en nombre del progreso únicamente destruyen el medio ambiente.



viernes, 17 de septiembre de 2021

Multiculturalismo y globalización. La cuestión indígena



Multiculturalismo-y-globalizacion.pdf 

La representación de la identidad en la literatura boliviana



La representación de la identidad en la literatura boliviana 

La potencia del pensamiento de Giorgio Agamben


http://area2.upnvirtual.edu.mx/index.php/produccion-academica/353-librLa-potencia-del-pensamiento-de-giorgio-agamben-dr-samuel-arriaran-cuellar-2019 



La migración y sus conflictos. Exilio, asimilación y destierro



“La migración es una forma de vivencia del exilio, que no termina con el arribo al lugar de destino, tal vez ni con el retorno. De esta forma el viaje también está implicado en las migraciones, pues viajar es una manera de migrar. Una forma de iniciar o concluir el exilio, que paradójicamente nunca se alejará del viajero. El libro utiliza el camino de la interpretación. Del hecho de migrar nadie sale completamente libre de recuerdos y olvidos” (Jorge Tirzo)


 

La lectura en la universidad

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Pedagogía hermenéutica

 pedagogia-hermeneutica-pdf

En el presente de la educación hay que cuestionar una práctica regida por una concepción de la pedagogía constituida como ciencia en la modernidad ilustrada, en donde ha primado el desarrollo del pensamiento conceptual, con énfasis en lo tecnológico. Ello ha propiciado una crisis de valores, debida a la pérdida de sentido cuando se eclipsa el lado ético y el carácter simbólico de la educación. En este libro se trata, entonces, de proponer como alternativa la recuperación de este ethos fundamental mediante una perspectiva que deriva de la hermenéutica. Así, se toma como punto de partida otra concepción de la educación con base humanista que invita a pensar el hecho educativo como la formación de sentido comunitario.

Los trabajos que se incluyen en este libro de investigación sobre la pedagogía desde una perspectiva hermenéutica indican un avance logrado por el trabajo de docentes y estudiantes de maestría y doctorado de la Universidad Pedagógica Nacional. La organización fue realizada por la Dra. Elizabeth Hernández Alvídrez, coordinadora del Doctorado en Educación y profesora de dicha universidad con una larga y reconocida experiencia en el trabajo en el aula.  



 

martes, 13 de febrero de 2018

domingo, 17 de diciembre de 2017

Samuel Arriarán llega a Bolivia


Presentación de libro Cien años de filosofía en Hispanoamérica
Charla disertación  sobre La filosofía en Bolivia
20 de diciembre de 2017
19 hs Café Novecento
Calle Chuquisaca esquina Lanza
Cochabamba Bolivia

lunes, 23 de febrero de 2015

El marxismo crítico de Adolfo Sánchez Vázquez

Presentación de nuevo libro de Samuel Arriarán en la Feria Internacional del Palacio de Minería día jueves 26 de febrero a las 16 horas. Auditorio Cinco.
Comentan
Diana Fuentes, David Moreno y el autor
 

miércoles, 24 de septiembre de 2014

En la nueva narrativa mexicana no todo es posmodernismo light

En la nueva narrativa mexicana no todo es posmodernismo light. Un buen ejemplo es la novela Nadie me  verá llorar, de Cristina Rivera. La novela trata de un periodista que encuentra la foto de Matilde. Ella fue internada en el Manicomio de la Castañeda. El periodista descubre que no estaba loca. Su locura se debía a la lucidez que tuvo para oponerse a la revolufia, la burocracia y la corrupción. Lo interesante de esta novela es que la autora nos devuelve a Matilde a la vida rea...l. Se trata del retorno del fantasma y de lo reprimido. Como el retorno del padre muerto en Hamlet o de los espectros de Marx. Matilde está muerta, es un cadáver pero vuelve constantemente a la vida porque representa la protesta y la rebelión, algo que no puede morir porque equivale al espíritu de la utopía y la libertad ¿no es lo que justamente decía el filósofo anti-posmodernista Jacques Derrida en su libro Espectros de Marx?

lunes, 15 de septiembre de 2014